
Una historia China
Shanghai. Siete de la tarde de un Martes destemplado. En algún lugar de Xietu Road, en un ambiente coqueto escondido detrás de un lobby abandonado, El Chen se apresta a subir al escenario. Sólo que esta vez, El no está por tocar su instrumento. Ella está, tal vez de manera apropiada, a punto de contar una historia. Su propia historia.
Esto ocurrió hace nueve meses ya, en uno de tantos eventos organizados por el colectivo artístico 'Unravel', un grupo que promueve el arte de la narrativa (storytelling) en su sentido más puro. A modo de introducción, El preguntó a la audiencia si entre tanta gente habría alguien con quien pudiese tocar música. El pedido fue hecho a modo de broma, como una forma de romper el hielo, ya que ni la historia que estaba por contar - ni el motivo de la reunión - tenían nada que ver con la música. Pero Charlie T recogió el guante y luego de la presentación, cuando se disponía a marcharse, se acercó El para decirle: "Tu historia fue conmovedora - y a propósito, si aún estás buscando alguien con quien tocar, nada más me dices cuando y dónde."

El resto fue una serie de encuentros que abarcaron tres meses y demasiados tragos - aunque no tantos como los muchos acontecimientos que se sucedieron durante ese lapso. Empezando en una pequeñísima sala de ensayos - escondida a plena vista en la azotea de una torre por encima de toda la ciudad - y terminando en una beca que habría de llevar a El a vivir a Nueva York - una vuelta de tuerca casi poética, ya que reflejaba en reverso la mudanza de Nueva York a Shanghai que Charlie había emprendido dos años atrás. Entre esa noche fatídica en Xietu Road y el taxi que llevó a El al Aeropuerto Internacional de Pudong, hubo cocktails en Union Trade, confesiones en Atelier, una bacanal en Tres Perros, la producción de un videoclip y tantas sesiones en los estudios Insight (ya mudados al estudio grande frente a la terraza) como los dos pudieron acumular.

Cover art by Piera Weinschelbaum.
Lo que quedó de todo esto es esta colección de momentos improvisados en el piano de El, sus dedos deambulando a través de los paisajes electrónicos construidos por Charlie, mientras los dos corrían contra el tiempo en un intento de destilar la esencia de esos tres caóticos meses. Viniendo de entornos musicales completamente distintos, las canciones en Volume 1 encuentran a esta extraña pareja articulando la emoción de la vida a través del sentido más básico de la palabra 'colaboración': Un intercambio, un amalgama de diferentes puntos de vista. Y un corolario idóneo para una historia que empezó a desenvolverse en una noche, justamente, acerca de contar historias. Tal vez un capítulo de una historia más grande, si se quiere; pero hasta en eso, un capítulo de alto vuelo.
